domingo, 8 de enero de 2012

EL TORMENTO DEL MOMENTO


Me voy, me voy, me voy…
Como un monigote de un viejo cawboy,
me queman con más impuestos y sin baño,
y como el presidente me quedé sin rebaño.

Soy el acabado 2011,
sin esperanzas y sin desgonce,
me voy cansado de tanto reproche,
viendo cómo las mineras no reducen el derroche.


Empiezo por el más querido del mashi, Salvador,
que defiende a su paccha mama sin temor,
le dejo una grúa macro para el pleito
y que en Nangaritza no quede escueto.

A mi chiquito Smilcar Rodríguez Erazo,
del arcoíris le salió un tacazo,
lo espantó con la revocatoria del mandato,
tranquilo, que solo fue susto de un rato.

A los macondos del “lineal”,
les dejo más metanol al libar,
para que dejen la locura de tomar
y las chozas no se pongan a quemar.


A mis equipos de futbol provinciales,
me dicen que ya quieren ser profesionales,
que esta Federación los mire sin desfalques,
para que jueguen como los nacionales.

En movimientos y partidos suenan candidatos,
que no se confundan entre los novatos,
porque las elecciones son para los veteranos
pero cuidado que no vayan a ser como los neonatos.

Dejo a mis futuros choferes,
todos jubilosos con motores y quehaceres,
que la Ley no los desampare por corredores;
¡Pilas, que las carreteras no son para los voladores!

Qué susto nos dejó el Diario La Hora,
tanto que logró espantar a Zamora,
diciendo que Quishpe y los Delgados,
ahora son más que amigos, son aleados.

A mi doctor y ex locutor Víctor Calva Placencia,
que más enfermos lo esperan sin paciencia,
cambió las ordenanzas por un delantal,
pues dejó de ser concejal para volver al hospital.

A mi querida oposición de la Asamblea,
que busca contraatacar como sea,
le dejo más paciencia contra Correa,
pues el presi triunfa a pesar de la pelea.

Al azul y grana Deportivo Quito,
que este año ya no fue chiquito,
le dejo un nuevo carro con un gran pito,
para que grite su triunfo hasta el infinito.

Hospitales, ministerios y un banco,
probaron la tocadita de los curuchupas,
que salvaron su pellejo del desfalco,
para que se vayan despedidos sus reclutas.

Caminan y las plazas lucen repletas,
son jubilados a la fuerza que llevan sus carpetas,
pues despedidos lloran sus puestos
y aún ven sus oficinas pero sin sueldos.

Por tanto sicario mi Ecuador queda en pena,
familiares llorando son calmados con anestesia,
me siento con los jueces y espero la condena;
para los tantos presos sin sentencia.

Sin más términos extraños dejo pasar el fin de año,
recibiendo muchas risas, mas no daño.
nuevamente soy el Testamento del Momento,
esperando, para algunos, no ser un tormento.

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