martes, 29 de marzo de 2011

Decálogo personal, hacia una existencia fraternal


La vida es muy corta, no vale la pena amargarse por cosas bizantinas. Tú la forjas, no permitas que otros la vivan por ti.

Por qué preocuparse tanto por llegar al cielo, si vivimos afortunados en el suelo.

El amor no consiste en entenderse, sino en aceptarse. No hay que sembrarlo, hay que cultivarlo.

Lo tradicional no siempre es lo correcto. Las cosas se han venido haciendo naturalmente durante siglos y aún existe pobreza, miseria, violencia… Tal vez sea hora de actuar diferente.

Disfrutemos de vivir, del amor, de los niños, de la familia, de los amigos, de la naturaleza, de la universidad, del trabajo, todo lo que ves; penosamente no nos serán eternos.

¿Te molesta viajar en bus? Piensa que hay gente que daría todo por subir a un vehículo, simplemente porque duermen “arropados con cartones” bajo un puente y comparten gélidas madrugadas.

A veces la soledad es favorable, te llegas a conocer a fondo, te llegas a intuir como persona; recuerda que grandes escritores se inspiraron prodigiosamente en exilio.

Ama tu profesión; ama lo que hagas, si no, sencillamente no lo hagas.

No hay mejor satisfacción que ver una sonrisa como gratitud a tu ayuda; no esperes una placa de agradecimiento como ciertas "autoridades". La filantropía se basa en detalles asequibles, pero con el corazón abarrotado de voluntad.

Agradece por ser ecuatoriano, aunque persisten problemas son insignificantes ante la belleza de las cuatro regiones, culturas, ciudades, fiestas, paisajes, jergas, deportes, comidas, tradiciones… un verdadero paraíso, logrado con el Aikido.

Foto: Navidad 2010 Universidad de Cuenca (niñas agasajadas bailando "el tomate").
Eddy Salinas Alba