En la etapa colegial los educadores utilizan como recurso las tareas en grupos, con el objetivo de fomentar compañerismo y socializar conocimientos. Los estudiantes de a poco se adaptan y realizan sus trabajos.
Muchas de las veces estas experiencias son efectivas pero otras dejan graves problemas.
Lo positivo y se presencia es que exista unidad, hermandad entre los alumnos, que el que sepa más comparta con todos y se logre un equilibrio académico. Los estudiantes conocen las culturas, tradiciones forma de vida de sus amigos pues visitan su morada.
Lo desfavorable, es que pueden surgir inconvenientes como la irresponsabilidad dentro de la agrupación, que se evidencia cuando unos pocos trabajan y el resto se gana el puntaje sin esfuerzo alguno.
Asimismo, es probable que aparezcan discriminaciones o indiferencia de unos con otros al conocer las realidades de los hogares donde se reúnen. Empiezan a prevalecer distanciamientos o insultos, que es lo característico de la adolescencia.
Pero esto es leve en comparación, a dificultades espinosas como la presencia de licor, drogas, pornografía o más aún sexo y un posterior embarazo. Es indispensable que los padres tomen control, puesto que los mismos colegiales buscan una casa donde “no esté nadie” para estos encuentros.
No hay que buscar culpables, mas bien fortalecer algunas restricciones o fomentar para que las reuniones académicas se efectúen en sitios apropiados dentro de los mismos centros educativos, como en bibliotecas o en el aula de clases; y qué mejor si está el catedrático con ellos.
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